Crónicas.

(Pedazo de Malecón de Puerto Plata-by MT//)


Yo siempre he creído que nací de este tamaño,
y solo porque quizás nunca han cambiado mis convicciones,
salvo cuando han tomado el avión,
mudándose de lugares y espacios que nunca tuvieron sentido
y que con el tiempo talvez,
con su quizás desapercibido,
lo han adquirido.
Y me pregunto si alguna vez mi cordura quizo eso.

“No es la ansiedad de tener hambre, sino la de comer”-pensé.
Dándole corazón a palabras que componen poemas de amor y que muchas veces se quedan en papel.
La de tocar oro sin sentir envidia por no ser como el,
la de comprar amores y que no se averguenzen de no sentir lástima,
porque es el último recurso que se agota para quizás alguna vez
sentirnos que podemos digerir alguna que otra estupidez
y todavía continuar con hambre.
A veces no se si de amor, o del proceso de.

Y cuando uno se regresa de un largo espacio que se quedo en blanco,
aún cuando se tengan risas entre las mangas,
olores a alcohol gastado,
gente que nunca ha sido ni fue la misma gente,
caras conocidas y que apenas se conocían,
carreteras,
con sus señales baratas;
kilómetros con sabor a tierra mojada,
abrazos de asombro y a veces malinterpretados,
besos pintados sin labial
y uno que otro cigarrillo ofrecido y sin fumar,
brindis por lo que sucedía y quizás como sustantivo
ahogando penas con salvavidas e historietas de mala vida;
muchas cosas se guardan sin cajón,
y hasta se aislan sin su cometido honor,
solo porque quizas despues de que se vive,
todo vuelve a su mismo lugar,
y no sabemos si hubiesemos preferido no volar,
a quedarnos con las ganas
y las alas rotas,
porque tuve que entender que el cielo si tiene final.

Volví y realmente me perdí de la planificación.
De cuando hacia mi lista de “asuntos pendientes”
y bocas que escuchar,
de cuando los tragos se compraban para celebrar,
y de como me acordé que todo pudo haber sido parte de mi bella imaginación,
porque te ví y aún no se si me acuerdo
que pedazo de sentimiento fuiste tu para mí
en ese espacio del cuerpo.

Conocí a mucha gente que conocía de toda la vida.
Me desperdicié contando mis hazañas sin secuencia,
y bailando música solo para mis oídos.
“Jamás volveré a verte”- le contaba a mis adentros cuando compartía conmigo misma.
No te lo dije porque supuse que lo malinterpretarías,
y te olvidarías de mi sin exigírtelo.
Acepté en ese transcurrir,
(y solo porque el Mar se disfrutaba conmigo),
que las cosas se dejan caminar solas aun si se apoyan en su bastón imaginario,
que hay que acomodar el paso para volver a X posición anterior, (la que ni me importa ni me interesa)
y que los entonces y después si existen.
Se me olvidaba que también los “que hubiese pasado si...”.

Yo no quiero futuros.
Mi interés por obviar retazos de tiempo transcurrido
se ha condensado a simplemente creer que la vida es pura mierda,
pero que de todas maneras ese pastel tenemos que admirarlo,
que aqui mi poesía y mi teatro de escribir bonito se queda en los diálogos,
y entre la gente que no sería capaz de imaginarse de que también puedo alabar
a los que bañan su ira
con la realidad de hablar;
porque a veces no nos queda mas nada.

Realmente utilizé una pantalla diferente para visualizarme en el pasado otra vez.
No pensé que las decepciones eran parte de las recepciones,
y de la gente que tambien se reune a criticar.
Toqué muchas caras que quería ver,
me regalé entre ratos de algarabía y chistes construídos,
demasiadas cosas tomé,
y no solo líquidas,
atribuciones y alteraciones de personalidades que me devolvieron a este lugar del que quizas no debí haber salido.

Y no me sale el arrepentimiento.
Mi ejercicio mental se alimentó cuando pensaba que solo estaba de “vacaciones”.
Aprendí a comulgar con la tarde,
a tomarme infinidad de tragos con lo que me estaba sucediendo en el momento,
y no menos importante,
a entender que mi color de pelo no había cambiado lo que siempre había delimitado mis creencias:
la necesidad de buscarle tantas patas al gato como al ratón.
Comprendí que eso me sigue manteniendo alerta,
sin necesidad de despertador.

Mis amigos, los que me quedan,
los que hicieron que yo los perdiera,
los que pronto intentaré despistar y perder,
y no porque yo quiera,
sino porque lo quieren esas etapas que se cierran
sin que los recuerdos se percaten.
A veces las fotos se borran aunque todavía estén en papel.

Y reconozco que he cambiado.
Quizás no tanto como aquellas calles que aun conservan su mismo color,
pero mi sonrisa se rie diferente,
y se también que me duelen los dientes,
porque yo se que aún con todo y la madurez de los años,
no entiendo porque tuve que cambiar yo con el cambio.

Hasta me “enamoré” por encima de amores viejos,
faltándole al respeto a aquellas palabras que todavia siguen sagradas,
porque nadie me dijo que podía volver a pensar en mariposas y ropa arreglada para llamar la atención,
pero me imagino que eso es parte de rejuvenecer historias,
y cantar canciones con la ilusión de que se escuchen,
aunque más triste y fuerte sea el espíritu de volver a nacer,
y solo percatarnos de la emoción de vivir por pedazos de tiempo.

Admito que me quedo con muchas dudas.
Con las de que tanto te hubiese querido
bajo el factor distancia
y las de si todavía lo seguiré haciendo bajo las circunstancias que ya ni lo son.
Con la de recordar sabores y no olores,
solo porque la lengua sabe tocar y no olvida argumento.
Con la de pensar si debí pensar,
o si debí rodar entre cuestionamientos que ahora mismo no preguntan,
y que no sé si amablemente respondan.
Con la de colocarte de nuevo de donde te saqué,
o simplemente quitar el pedestal.
Con la de vivir sin mi vida inicial o habitual,
o sencillamente no hacerlo y rogar por aprender a lamentarlo.

Ya todo se reduce a lo que fué.
Ahora entiendo porque todavía sigo viva.
La nostalgia me hace recordar que aún sigo aquí.




MT//



/mood: unknown. in an overall feeling of blah-ness.
/listening to: Marel Alemany-Nada.mp3
Joan Manuel Serrat- Pueblo Blanco.mp3