Renacimiento.

Tendría que nacer otra vez para saber de que me perdí
mientras tu ya vivías en mi destino;
bajo la excusa de equivocarme tantas veces
con la suposición disfrazada,
de que nunca he sido feliz.

Me he escuchado solapar energías,
enjuagando emociones cada vez que me acuerdo,
que aún tengo el privilegio de producir agua entre venas que se colorean de rojo;
y no solo de sangre;
más que de sentimientos que se producen al tejer tu nombre en papel.

He aprendido que las leyes,
más que físicas,
siguen siendo naturales;
y unas que otras; estúpidas
aunque los colores del arcoiris a veces se inviertan,
probándome que existen rompecabezas que no compaginan,
ni con el manual del instructor adjunto.
Que si existe el postulado de la aceptación,
y que muchos la respetan como ley,
aún cuando yo no consigo motivo para guardar mi último recuerdo sin ti.

Y sigo creyendo que las cosas se evalúan de acuerdo al lugar y al tiempo que tienen vivas;
pero me pregunto que pasará con aquellas que no tienen vida extra marital,
ni pasado forzado,
ni inexistencia,
fuera de tener vida en otros planetas,
y termina siendo pura melodía
y duelen...

Yo sé que en estos días he aprendido a confundirte entre todos mis desajustes;
conspirando ante mis conversaciones de soledad con objetos que no me responden y que de todas maneras dialogan conmigo;
que te culpo porque estás y desde aquí no puedo ver tu parpadear,
en estos días donde llueve y no se porque el agua no me toca;
que me he cubierto de por vida con los diez mejores días de inercia bendita;
solo para que relatar esto no me entristezca,
y para que ciertamente;
nada me toque,
y que solo sean tus deseos guardados.

Y lo último que podía sucederme
era suicidarme en vida;
y ahora que te escucho y no te veo,
ya nada siento;
que traspasé los altares del miedo,
y ya que te perdí
cuando heroicamente todavía te guardo;
termino de entender porque todavía escribo.

Y mientras caminaba ayer,
con nuestro ayer
le recordaba mi promesa de olerte de nuevo,
para no seguir confundiendo mi perfume con el tuyo,
y que el polvo de las calles,
y las flores a medio nacer,
no me insinuaran que me encontraba en aquel entonces
donde dormir era más que un tributo a nuestras manos disfrutándose juntas.

Nunca he entendido a lo que se le cataloga como desamor.
He estado equivocada bajo cartas con rima y sin autor,
bajo esas tardes con las manos agarradas,
las que no debía recordar si se encapsulaba como delito de primera acción,
entre sábanas que no me pertenecían;
y si presa o no,
mi sueño continúa virgen,
porque esperando que tu seas feliz a pesar de mi desaparición,
ha sido más que suficiente para que todo el mundo me crea ilusa,
y que nada de eso me importe,
porque ha valido la pena.

Porque con todas las de la ley,
en disputa con mi voluntad;
comparándote con mi mejor trago de juerga,
no he podido dejar de necesitarte cuando he creído que me he vuelto a ilusionar;
enamorándome de las cosas que no pude decirte,
de las que te callaste,
de las que me inventaba con la esperanza,
de algún día convertirme en Dios sin ofenderlo,
y que mis composiciones te llovieran sin necesidad de que te cubrieras;
porque más que mis bendiciones es mi adoración para que te sobre,
ansiando besar con mi paladar
el atrevimiento que tuviste de invitar a mis pensamientos a salir a pasear.

Y tengo que reconocer que he buscado tus ademanes
en todas las caras que intentan personificarte;
en esos sitios donde se cuela música y yo solo te escucho a tí,
pidiéndome que jamás olvidara el color de tus zapatos,
porque pasaría a ser mi favorito;
y tengo que admitir que todavía no te has equivocado.

Me ha costado dejar de calcular tu sueño,
y pensar en cual será tu menú del día;
si dormirás la tarde o saldrás a caminar;
si me necesitarás para jugar con tus ideas o si te irás al gimnasio,
si buscarás trabajo,
o si discutirás sobre música como tanto te gusta;
hoy no he podido dejar de mirar las vitrinas en las tiendas,
pensando en lo bien que te queda el blanco.

Y ya no creo que sea mazoquismo.
Cuando se deja libre por amor, a lo que se ama,
el espíritu se corroe de trivialidades que solo se forman porque algo más fuerte que el simple respiro;
le da vida a momentos que no existen,
pero no porque no hayan pasado,
sino porque se añoran y sobreviven al caos de vivir en vidas pasadas,
en emociones que se bañan en el futuro,
en amores que más que viejos,
renovados por la ansiedad de verlos nacer y que se consuman,
aún después de la muerte.
Demasiados poemas te he escrito y ninguno ha llevado tu nombre,
aunque subliminalmente, para que no se me olvide mentir por ti,
todos llevan tu silueta;
teniendo el privilegio de agotar mis palabras y sin cansarme,
regalándote todas mis emociones;
porque he aceptado que si esto que siento es eterno o no,
tú, mi eternidad, sí.

Que me enamoré por primera vez de mi primer amor, por encima de tantos otros,
y que tú siendo el último,
has sido el único y el primero al que no culpo de caer ante palabras que entre el quizás,
si fueron mágicas ,
porque no puedo odiarme yo
si la única parte que respira de mí
te pertenece.

Anoche recordé que muchas veces te negué que no necesitaba ser feliz,
si tu no me prestabas tu sonrisa
que realmente a los días se le agregaban más horas cuando escuchaba tu voz,
que me era suficiente leerte un hola como estás,
y ya nadie más tenía que contemplarme,
que cuando te sentía latiendo conmigo
mi comida tenía mejor sabor
y desde ese entonces todo lo que no me gustaba pasaba a otro ángulo menos importante.
Porque para mí nada ha sido mas emocionante que pensar
que algún día podría morir,
y mi espíritu no menos celestial tendría el honor de a diario visitarte,
y sin que te asustaras,
hacer que las hojas se cayeran formando corazones,
y haciendo que cambiara el tiempo,
que de todas maneras mis silbidos te llegaran,
a través de lo hermosa que es la naturaleza
y de lo incomparable que es Dios,
aunque mi fé en ti,
la compartes con él.

Apenas entendí que entre tantas palabras,
mi juicio nunca calculó que mi entereza fuera capaz de amar a través de las líneas telefónicas,
por encima de contar lunares,
sin trastocar dedos pulgares,
recordando incoherencias divinas,
olvidando y añorando
nuestros malos ratos.

Hoy confieso que he amado de nuevo.

A ti,
Aunque no estés para mi helado de las tres.


MT//



/mood: unforgettable love mode on.
/listening to: Jason Mraz- After an afternoon.mp3