Thinking outloud.

Yo no sé como realmente funciona la vida.
Tengo muy claro que cada quien tiene un manual diferente y le pinta los colores que le convenga,
de acuerdo a cada circunstancia.
Lo que si tengo claro es que en lo que el hacha va y viene,
hay gente que se muere sin funeral y continúa viviendo pero al vacío.
Por eso de que con ese mismo tiempo,
y tan poco,
es difícil regenerarse uno sin que los músculos del corazón hayan adquirido otra postura.

Yo me he decepcionado de mucha gente.
Pero creo que mi mayor desencanto me lo debo a mí misma;
por seguir creyendo en mi capacidad para creer con los ojos cerrados
olvidándoseme la poesía de rutina.

En el proceso de madurar y caerme y seguir levantándome
me he dado cuenta de que me sobran dedos para contar los que son mis amigos.
Que de los que fueron ya no les queda ni el título,
y que también eso es cuestión de adaptación.

Insisto en que con el cambio,
uno aprende a ser frío,
hasta un tanto calculador;
y estando a la defensiva o no,
autoresponde con el sobrenombre en la mano,
para nisiquiera insultar al nombre propio.

Uno aprende que existen intereses personales,
que muy poca gente responde la pregunta sin esperar el premio,
que son muy pocos los que desinteresadamente te prestan su corazón para que escuches su música
sin que el volumen esté muy alto,
que después que todo pasa,
cada minuto guarda su encanto,
y que en el pasado o no,
el reloj sigue sonando sin despertador.

Mucha gente cree que es fácil cambiar.
Mucha gente se olvida de que las circunstancias definen lo que sigue;
que las palabras se manchan sin deseo de supervivencia,
que si uno cambia,
es porque ya mañana es domingo
y nadie me ha preguntado porque ya no duermo en las mañanas.

Sí, es cuestión de supervivencia ahora que lo pienso.
Quien tiene la espada corta cabezas.
Quien como capitán de barco guía la embarcación.
Quien como cabeza cortada solo sangra.
Quien como mar recibe solo la indicación.
Me pregunto si habría que aceptar eso como ley o darle tiempo a que los papeles se intercambien.

Hoy puede ser momento de gloria
y a eso hay que sacarle el jugo de naranja del desayuno,
para prepararse uno para el próximo capítulo.
Pero para mañana hay que dejar la ropa doblada,
porque uno nunca sabe cuando es momento de combate.

Y no para revivir muertos,
ni matar por la patria o reprimir la condena,
sinó porque aunque yo no sepa como funciona la vida,
siempre he tenido claro que lo que sube baja hasta con escalera eléctrica,
y lo que hoy puede ser motivo de celebración
mañana puede ser condición para utilizar el pañuelo del que llora.

Aprendamos a vivir nuestras vidas acorde con lo que nos llena como seres humanos,
porque yo no creo en Karma,
pero si en Dios;
y no soy religiosa ni santa,
pero la justicia cuando es divina si tiene peso.



MT//


/mood: aware.
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