
(Picture: MT//)
A veces inmiscuirme en los asuntos de los demás libros, y autores que sueñan en otro planeta, me da la facultad de apropiarme de preceptos y conceptos que no tienen nada que ver con lo que piensa una persona en average normal.
No es que sea loca, aunque a veces no lo cambiaría ni por la mejor botella de vino; pero el pensar que lo soy me hace sostener mis pulgares en contra de mis emociones a la hora de llegar a x conclusión; y aquí pienso.
Catalogo como válida mi hipótesis comprobada de que en este sistema, cada quien se gana su espacio.
Como cuando se dice que el nido se creó para los pájaros, sin poner en experimento el sentimiento que se produciría el pensar que cualquiera podría ser parte de ese arreglo. O si acaso uno como gigante de huesos con un dizque pudor, podría vivir bajo esa dirección.
Mi hermana de 12 años escribió que la gente no es propiedad de nadie.
Lo de apropiarse de las cosas porque fueron hechas para tal nos pone muchas veces entre la encrucijada de que si debemos o no, para aquellos que nos gusta tocar las “cosas” para sentirlas y no porque se tenga el deseo de.
Y a veces los tantos que son recuerdos se ganan ese espacio del que hablo.
Muchos tristes, tengo que regalarle el adjetivo; la mayoría innombrables, pero de igual manera transpiran y se cuelan entre alguna que otra mano, que a veces, le hace falta retocar aquellas emociones que enlatadas o aguadas, en su rotundo exilio, todavía nos tocan.
Y no tocar de a gusto o porque se utilizen las manos, o porque el pelo se erize, y no se necesiten los brazos, sino porque en días como hoy he tenido la necesidad de querer sentir como antes; antes de ayer, antes de la noche, antes que nada: sentir sin calcular cantidad.
Pero eso es culpa del tiempo.
En éstos últimos días he aprendido a mentir.
No que sea mentirosa ni que me agrada que me crezca la nariz, pero me he percatado de lo insensible que puedo llegar a ser cuando se trata de aceptar las sensaciones; las mías en particular.
Siempre me adelanto al tiempo. Nunca me he equivocado a la hora de sincronizar mi cabeza con la lectura de la temperatura y visualizar en alta mar las islas que se avecinan, que en lo que va del momento por lo general siempre me aislan de mi foco inicial.
No sé si sea bueno o malo; no sé que tan halagante o importante sea, pero a veces se me duerme el asombro y las particularidades se hacen leyes generales; y a pesar de todo nunca he encasillado al hombre en la línea del Homo Sapiens.
En éstos últimos días he visto mucho con ojos prestados, no he necesitado darle vuelta al mundo en 80 días, ni irme a Wonderland con Peter Pan, yo creo que es esta época de luna llena en donde a pesar de estar dormida, he estado más despierta en vibra, que viviendo y dejando que pasen las cosas.
Nunca he sido así. Pero mi cabeza se está poniendo vieja y busca la justificación entre lo absurdo que se bota en la basura, sólo porque el pensamiento a veces necesita dormir la siesta.
Le estoy sumando más duda a mis años, más miedo a rotación y traslación que de costumbre; con la única diferencia de que ahora por lo menos estoy aprendiendo a aceptarlo.
Tampoco sé si para adjudicarse el Yo al cambio; entendiendo al final del día el suspiro de: “Yo siempre estuve en razón”.
A veces duele más la aceptación que girar analógicamente con el cambio.
De todas maneras, es la única forma.
MT//
/mood: dissapointed.
/listening to: Smile Empty Soul- With this knife.mp3
2 comments:
Yo tengo que confesar que me gusta la comodidad de lo conocido. Me aterra el cambio. Cuando uno es poseedor de mentes como éstas, es muy díficil aprender a aceptar, a abandonarse a lo que quiera la vida. Pero creo que vale la pena intentarlo un día, dejar algunas cosas atrás, al menos por momentos.
me llevo esta frase: "a veces duele más la aceptación que girar analógicamente con el cambio."
y la canción!! : Smile Empty Soul- With this knife.
al leerte copnosco mucho de ti.
no sabia que tenias una hermanita de 12 (haa por cierto parece sabia)
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