
[Picture: "Solitude" by MT//]
A uno le llega el tiempo de pensar tanto en el tanto,
que se nos olvida el todo,
y por nada de todas maneras seguimos pensando.
Yo sé que tengo mucho tiempo sin escribirme a mí misma.
Nisiquiera comulgo con las cosas que me hacían llorar sin que suene mazoquista,
ni con todos los papeles que por ahí guardo pensando en que algún día me servirán de algo.
No sé si será cuestión de pesimismo realista,
de que ultimamente son muy pocas las cosas que me mantienen en la espectativa
obviando la parte de que el ser humano circula por etapas
que por estadísticas,
nos hacen anclarnos en momentos que hemos creído perfectos;
y cuando esos momentos se reciclan sin preguntar
y sin pasar por el proceso de desintoxicación
todo lo demás no existe.
Entonces es como que estoy,
pero sin la constancia de saber si necesito el reloj o si por el contrario,
nunca me he fijado en el juego de agujas que lo hacen especial,
por eso de que el tiempo si tiene un sonido especial
y sorda yo camino sin utilizar todo el sostén que me prestan mis pies.
Me gustaría hablar diferente.
Escribir de cosas que no me hayan pasado, y dedicarme meramente al presente.
Pero como cantar sin melodía,
como bailar sin son
y coger prestada la pista
y que parezca que no es de mí de quien se critica la coreografía de esta función.
Quisiera marcar la diferencia y hablar de como las cosas no se me parecen a cosas,
de como el tacto se vuelve lengua y disuelvo en mis entrañas las palabras que no me salen con ropa
que se emborrachan y pierden la cordura para poder brincar y apenas llorar
cuando el sentimiento se aniquila
con esas cosas que ve, pero que no entiende ni puede tocar.
Porque en estado aleatorio se encuentra mi corazón.
A días de agua y pan sin levadura
para la cuarentena que no ha pedido pero que gratis le ha llegado;
con momentos de lucidez para cuando tiene que aparentar que está bien aunque bien no le quede el antifaz,
en esos días de los que nadie conoce enmienda ni arsenal
y de igual manera sangre brota
matando al derecho a curación sin cita.
Porque uno hace agenda con el tiempo creyendo que con papel y lápiz basta.
A veces buscándole una hora fija para que exacta sea la condena,
de resolver un rompecabezas, que aparte de fichas tiene grietas
por quedarse sentado a una esquina del sol
sin sombrilla
y con espejuelos sin protección lunar.
Entonces me pregunto si olvidar es una solución, o un escape momentáneo.
Porque que cuando las cosas se tallan en piedra para nunca ser borradas (como el amor sin olor)
y las circunstancias se encargan de recordarte que el material es fuerte (como los suspiros que se escapan en la imaginación),
pero no lo que se escribió;
así como los que aseguran tener corazón,
del que yo ya no sé si soy portadora.
Estoy en un estado embrionario.
Quizás “creciendo” sin dirección,
sintiendo sin emoción lo que recuerdo por deducción (como lo de que estoy enamorada sin alcohol),
y no porque alguna vez se me dijo.
Yo no sé si es que la soledad encontró amante sin vestido
o que de por sí ya ni a ella la comparan conmigo.
Dicen que para llorar no sólo hacen falta lágrimas.
Aunque el deseo esté, la intención siempre cambia el rumbo de las cosas.
A veces uno quiere, pero no puede
porque siente que al momento no debe,
entendiendo que en algún estado sistemático de ese famoso tiempo
quizás se repetirá la jornada,
pensando que quizás entiendo mejor para que aprendí a hacer introducciones en el colegio,
y no a repetir escenas shakesperianas.
Siempre me fué más difícil concluir argumentando.
Hacerlas era tedioso,
así como programar que al final pudiera quedarme con algún mensaje.
Creo que igual me pasa en la vida.
Aunque logro aceptar entre sus gordas comillas
que el todo cambia
y que las palabras como se dicen se pierden entre la pintura de la pared
no puedo entender como siempre escojo seguir esperando,
y en el ando me quedo como un dintel
sosteniendo sola mis ideas
como la madera que el presente me ha hecho empezar a contar
porque no me queda de la otra verdad.
Ha pasado mucho tiempo desde aquel entonces;
donde los olores como los colores me eran diferentes.
De lo particular he vendido su generalidad
a mitad de precio
y el vivir día a día me ha robado las ganas de experimentar;
y no creo que a blanco y negro el dibujo me esté quedando bien.
Nadie tiene la culpa pública.
Creer que uno es responsable de sí,
es el cuento mejor comprado.
Pero que hay de los sentimientos,
de las emociones
que se visten de arlequín
y se ríen,
y se comportan como juguete con niño nuevo
cuando se trata de darle directriz a la vida que te jactas de poseer…
Nadie es dueño de nadie,
salvo la sangre que se pasea por tus venas
para hacer quedar en ridículo al corazón
y recordarnos una vez más
que sin dolor quizás no hay amor,
que mazoquista o no,
no se puede escribir sino hay palabras a las cuales hacerle la batalla.
Yo sé que estoy triste.
Quizás muy triste.
Y no quiero darle a muy
el mérito que se merece.
Con eso de que después de todo uno termina siendo egoísta
hasta con sus propias decisiones y el modo en el cual uno engaña a la palabra como al hecho.
Por eso ultimamente no escribo.
Me cuesta pensar que he estado en un letargo eterno de dimes y diretes entre
lo que pienso y siento
y lo que pasa realmente en mi títere realidad.
A veces me acuerdo de cuando me mudé a esta ciudad.
Cuando camino sin dirección me siento viva
y por alguna razón entiendo que quizás eso me mantiene estática
para bien o para mal.
El aire no me despeina.
La bulla del parque no me molesta.
Las hojas no se amontonan en las calles y ya no hacen su trabajo de impedirme caminar con ellas.
Pocos carros pocas caras,
mucha rueda mucho corazón.
A eso de que para cantidad, calidad.
Y no entiendo como a pesar del círculo,
las palabras no corren en la misma dirección.
Y han sido juguetes de muchos colores.
Momentos como ilusiones
que hoy me hacen hablar de todo y hasta de nada
que se han extrañado por aparecer esporádicamente,
y entre la manía de pensarlas naturales,
su existencia se encuentra en juicio sin testigos.
Como eso de que todo pasa hasta la ciruela pasa.
Pero el momento del presente te juzga diferente.
Y uno cree que desear tener los ojos cerrados para siempre solo es cosa de los que no valoran la vida.
Que va.
Cobarde o no,
no entiendo como vivir con la sombrilla,
pensando que todos los días solo llueve para mí,
y que los arcoiris son solo cuentos de los que todavía ven más allá.
Y duendes cantan y yo me chupo el anular.
Ya no quiero utilizar mis lentes.
El asunto de ver todo tan claro,
y aún seguir perdida en la distancia
me hacen pensar que la receta divina
de coger y dejar pasar las cosas no está medicada en dosis correctas para todo el mundo.
O al menos mi receta no está personalizada.
Siempre he dicho que a veces me pesa ser
y como pienso ya son otros quinientos.
Querer tanto, y esperar tan poco,
y al final condenarme más porque entre mis espectativas nunca existiría un final (inclúyase aquí misceláneos) ,
quizás porque me amanzano (y no sé si existe la palabra)
bajo el techo de la posibilidad de que cuando pienso tanto
termino contando sin el cero,
y sincera o no
como en mi clase de sociología y la política de las ventas;
no me ha servido de nada.
La cuestión es que ya no quiero hacerle honor a mi nombre.
Me ha costado abandonar ilusiones,
olvidarme de que Mary Poppins es mi película favorita
y que prefiero un par de tenis rojos y un suéter de colores
a toda la burocracia de la realidad con corbata y la pisadera en tierra firme.
Ya no quiero soñar,
porque ya no me sale bien.
Dormir para pensarte ya no te devuelve a mi ventana,
y los pajaritos que me contaban de que lado te gustaba más la cama
han dejado de visitarme desde que les conté
que ya no me rio de los chistes sin sentido
ni de aquella vez que te mordí las ganas;
ni de cuando aparte de soñar
lo hacía despierta
porque entendía que siempre ibas a estar
aunque fuera entre mis hazañas inventadas.
En fin…
Uniendo párrafos guardados,
momentos que no salían juntos de parranda
y hoy aquí sigo preguntándome;
que habrá pasado con aquella loca de las corbatas…
Si alguien la vé
díganle que yo la estoy esperando…
A ver si puedo sentir otra vez
como cuando amar sin necesitarte era lo único que me importaba.
Pero ultimamente no solo a Pinocho le crece la nariz,
y es verdad que no sé comer helado sin dejar de pensarte.
Ya no quiero amarte,
porque tampoco me salió bien.
Y aunque aún lo hago
entendí que no tengo por qué molestarte con eso.
Y todavía tengo que encontrarme
para ver si así no te sigo perdiendo…(aunque solo sea para mí)
Aunque ya completé la parte en que no estás:
El momento de este presente me ha robado lo que fue contigo…
Y yo solo quiero aprender a soñar de nuevo…
Quizás sin pedir mucho:
Despierta...
Y con tus ojos...
MT//
/mood: extremely sad.
/listening to: James Blunt- Goodbye my lover.mp3
1 comment:
Toy pensando seriamente meterme a celibe :S
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