Friday, October 12, 2007

Rojo.



[Picture from my Upcoming Portfolio: Christian Galán]



Y sobre aquel crepúsculo obituario donde la noche aprendía a amar
salió desnuda,
con lágrimas de sangre que ensuciaban su melancolía
que casta y pura acompañaban con rubor blanco
su última rosa roja como equipaje.

Dejo hueco su silencio
robándose de peculiar funeral
cada gota salada que mojaba sutil pasto
donde se celebraba su destierro.

Y los ojos de la multitud enterraban sobre su figura admiración sorprendida,
como deidad celestial la aborrecían
porque de manto puro sobre tal fresco aroma
de mezcla maldita entre girasoles y tulipanes blancos se cubría
y ella burlaba la metáfora
mientras se mojaba el alba.

Y continuaba desnuda
a pesar de que la crítica la asediaba en persecución;
sola en vísperas de copos blancos y lunas por estrellas
y se percibía rencor en sus entrañas mientras declamaba ella sonetos perdidos.

Y lo odiaba.
Odiaba el sol con el cual la comparaban
y en osadía esa luz le pertenecía.

Y nadie igual o diferente a ella.
Los planetas se dibujaron a su imagen
y las flores por su nobleza
de colores sus estados de ánimo
como sus cambios de parecer por las condiciones del clima;
pero siempre nómada,
fuerte;
en monocromía para que la reconocieran vana vez si algún día dormía;
impertinente como sus propios rayitos de sol comprado
terca como el jugo de limón sin azúcar
enamoradiza no-enamorada
egocentrista por defecto.

Fiel a su paladar como a su espíritu y sus domingos perdidos
y como tradición sus festivas excusas para emprender famoso vuelo;
exenta de alas,
que alas solo su imaginación
universo infinito.

Aún desnuda.
Vacía de no-realidades.
Rebozante de excéntricas.

Continuaba en cuarentena como en décadas, la profetización de los sentimientos del hombre
pisoteando la divinidad del placer y soñando despierta con dioses falsos
porque era de su creencia que la muerte era, vivir esperándola
a modo del disfrute maldito de aquellos temores que la hacían inmortal,
viva entre todos aquellos que intentaron olvidarla y que por alguna que otra travesura infantil,
la recordaban.

Y si respiraba,
profundo se hacia su aliento cuando exhalaba peculiar olor a fruta madura
contaminándose paradójicamente con su presencia
y todos la contemplaban
como cuando se transportan equinoccios desde otras galaxias.

En reverencia
salieron ángeles en su escolta
todos vestidos sin color y en deslumbrante transparencia.
No entonaron palabras ni intercambiaron miradas
sus amigos invisibles sabían que tal destino era el cielo
y la princesa celosa de su sombra
sólo burlaba el recorrido
y eligió volar porque el aire era su octavo sentido.

Porque cierto que sola cantaba y su público de dos manos la aplaudían.
Ella que aprendió de la guitarra callada melodía
que para fiestas como entierros
entonaba la misma composición.

Se detuvo.
Intentó soñar sin apagar sus ojos,
cumpliendo como requisito de admisión
para cuando de hilo gris se nublara su presente
nadie pudiese explicar su eternidad
y el valor que esta tenía para ella.

Sobre el corazón encontró su espejo
y lo organizó sin cronología
recordando cuando fue feliz primero
y rompiendo tristezas como lejanía;
pocos pedazos sobrevivieron
y con los que se quedó construyó su altar
y rezando como santa
los viernes de luna llena
aprendió a amar,
a amarse siempre más;
aún después de encontrarse sola,
pero reina.

Su corona,
bordada en perlas
y amarrada en pétalos pintados con agujeros del manantial
la regaló a sus duendes verdes en gratitud por el arcoiris que en rutina le obsequiaban.
Y continuó allí
componiendo prioridades nuevas
y silbando...

Y la mujer de la franja roja se sentía perdida.
Porque ciertamente enterró su alma viva.
Aquella que en el cielo hoy gemía.
Sola;sin su cuerpo.
Y no era ella que se encontraba estática.
Y pedía rescate como Adan y Eva.
Porque del Edén fue eximida.
A raíz de perder la siesta.
La paz que le regaló su sombra por creer en ella misma.

Y aquella
su alma vendida;
desnuda a destiempo
emborrachaba de desprecio a aquellos que hoy todavía la admiraban
pero no escribian en su tumba;
se quedó por siempre en aquel paraíso soñado
y de allí;
petrificada,
solo se recogieron sus cenizas.

Aquella mujer de la franja roja permaneció muda
y caminando…
Ahora más sola que nunca;
viva y sin alma pura.



MT//




/mood: Recordando...
/listening: Silvio Rodríguez- En estos días.mp3

1 comment:

DrLacxos said...

WOW!!!! me has dejado sin palabras y con ganas de seguir leyendo cosas parecidas, tal vez un retrato imaginario de lo que es tu vida llena de metáforas e ilusiones, tal vez llena de realidades y misterios.

en serio me has dejado en un shock, así como me dejaron "crash","Babel","Haven", 21grams...

hey esa foto que te tomó munano se ve de peli!!!!

 
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