Paralelo.

Dicen que nada es para siempre. De esas frases que se agregan a la lista de clichés y que por razones no enumeradas se siguen repitiendo cuando ya a esta hora, uno solamente ha perdido algo de luz, porque el sol ya duerme.

Y yo me pongo a pensar que de que sirve entonces que se coleccionen los recuerdos.

Insconcientemente uno se olvida de que a lo “hecho pecho” y baila y canta y llora como si no hubiese sido suficiente el encontronazo con el doctor y el mal humor de venir al mundo sin un propósito.

Ya entendí por qué los bebes lloran cuando abren los ojos; como los del corazón.

Uno vive, camina, y celebra aniversarios de vida, y creo que muy pocas veces nos sentamos con las piernas cruzadas; el café medio amargo en la mesita de al lado, a pensar porque realmente hacemos prioridades y no nos dedicamos a solamente vivir; aunque de todas maneras lo hacemos.

Hoy he pensado que si no existieran esa clase de cosas que nos sacuden el alma de recordarles, realmente el deseo de seguir oportunamente, para quizás volver a experimentar la sensación, no tuviera ni un ½ sentido seguir aquí.

Aunque peliemos contra la necesidad de acordarnos de lo que quizás alguna vez fuese importante (aunque lo siga siendo), yo tengo que admitir, que aún "feliz", tengo que acordarme de él y de tantas cosas para saber que yo me supe enamorar a tiempo.

A tiempo porque viva; aún me equivoco, todavía me enfermo del pasado; he sabido reconocer mis defectos, y separarlos de mis errores, todavia sueño, y ya sé hacerlo también durmiendo.

Y todavía me pregunto si con el tiempo se olvida, porque no se me olvida olvidar, y asi quizás olvidarlo.

Entonces si nada es para siempre, porque siempre tengo tiempo para recordar.

Lo único eterno son los puntitos rojos que transpiran en el corazón, que se quedan después que la tormenta se consume, y supuestamente tenemos que convertirla en tarea aprendida. Pero si es así no la siento, no me duele, y si no se me friza la existencia nunca vivió para mí; entonces no valió la pena y todo es una mentira, porque todavía te toco si me toco, y muchas canciones aún tienen tu voz y mi composición. Entonces no es recuerdo, es vida.

Los recuerdos los hacemos parte de nuestro cepillo de dientes todos los días, de uno o que otro desayuno a las 6 de la mañana, de nuestro camino en el tren rodeados de tanta gente que no dice lo que siente pero que lo expresa, de los libros guardados, de los futuros que se imaginan lejos del mundo, pero con el mundo, entre ironías que cojen color cuando se piensan contigo como requisito; cuando recordarte no es más que mi compromiso favorito, aunque aún me moleste, y de hecho me duela.

Entonces todo es para siempre, si te concedo el derecho de caminar sobre el alma que me prestaste, cuando decidiste dejarme con la duda, y no sola; porque aunque no me necesites, me recuerdas, y yo simplemente no sé como dejarte fuera de los girasoles; mis favoritos.

Ya sé que tengo que enterrarme, pero hoy no es el mejor día.
Quizás un sábado cualquiera, donde acentuaré aún más mi pérdida,
que yo entiendo que nunca será la tuya.

Tú corazón es de marfil, y yo quize hacerlo de piedra;
fuerte para que fueras capaz de aceptar que algun día, con noche cualquiera,
la vida nos la aguamos, para saborear bajo colores,
que mucho que poco,
nos amamos.

No me condenes a vivirte.
Escápate de mí y ayúdame a olvidar que todavía sé recordarte;
que en Abriles como estos,
Abril no es mi mejor mes.





MT//